Por Pablo Gabe
En esta columna, el rabino Pablo Gabe reflexiona sobre los aspectos históricos y teológicos del devenir «pueblo» del pueblo judío, como así también del devenir «judío» del pueblo
Recuerdo que hace algunos meses tuve la oportunidad de escribir acerca del concepto de Pueblo Elegido. En esa oportunidad reflexionábamos acerca de la relación entre Dios en tanto elector y el pueblo en tanto elegido, y de cómo se desarrollaba esa dialéctica. Unos pasos más atrás está la pregunta sobre la noción de pueblo, ya que para ser el pueblo elegido, antes debemos ser pueblo.
Curiosamente la primera vez que el término pueblo es mencionado en el texto bíblico para referirse al pueblo de Israel, no sale de la boca de ninguno de los que formarían parte de esa civilización. Residiendo en la tierra de Egipto es el faraón quien se refiere a ellos de esa manera, explicando que los mismos son más numerosos que los propios egipcios y que se debería encontrar la manera de controlarlos[1]. De más está decir que es ridículo pensar que los hebreos constituían un peligro por demografía o por algún tipo de poder, siendo que ellos eran extranjeros en dicho terreno y que el imperio solo tenían cierto respeto por José, aquel antepasado hebreo que administró dichas tierras y permitió que Egipto no solo sobreviviera a una hambruna sino que se constituya como la fuente de alimento de toda la región[2].
¿Cómo entender que es el otro quien se refiere a un grupo como ‘pueblo’, cuando en ningún momento del relato, hasta ahora, se lo llama de esa manera? Iniciando nuestro recorrido a través del texto bíblico, vemos que el ‘pueblo de Israel’ (judío es una definición que aparecerá posteriormente) nace en el proceso de la salida de Egipto[3] hacia la experiencia de Sinaí, donde vivirán la revelación de Dios a través de la entrega de los diez mandamientos por boca del Eterno[4]. Por lo tanto, quienes eran los ‘hijos de Israel’[5] pasaron a ser el pueblo de Israel, en tanto personas libres y auto-determinadas bajo un código de vida aceptado por ellos.
Nadie puede quitar el enunciado de ‘pueblo’ para referirse a ellos. Pero algo sucederá en la historia que alterará no necesariamente esto, sino la otra palabra que mencionáramos algunas líneas antes. Establecidos en su tierra y afirmado el reinado del pueblo bajo Saúl en primer lugar, reemplazado por David, quien luego de su muerte es sucedido por su hijo Salomón (aproximadamente en el año -960) el reino de Israel comienza sus primeros sismos. La muerte de Salomón provoca un quiebre en el territorio (-930) generando una división, dejando al reino de Israel al norte del territorio y al reino de Judea al sur. Los reinos que formaban uno, ahora son dos, que viven permanentes tensiones entre ellos. Siendo éste último (reino de Judea) quien sobrevive a la invasión de Asiria (-720) la palabra judío cobra notoriedad al ser dicho conglomerado quien permanece en la historia como sobreviviente. El pueblo de Israel deviene entonces en Pueblo Judío, entre otras cosas, por ser quien permanece con vida frente a la desaparición de su vecino septentrional.
Si bien el acontecimiento mencionado refleja la sobrevida del reino de Judea (judío), estrictamente hablando tenemos que entender la noción de pueblo judío producto de acontecimientos posteriores. La invasión de Babilonia al territorio y el posterior exilio (-586), el regreso a su tierra bajo el dominio persa (-538), junto a la segunda invasión por parte de Roma (70) provocó uno de las transformaciones más trascendentes de la civilización judía en toda su historia.
Exiliado de su tierra, el pueblo judío desarrolló una mutación no solo en su forma de vida sino en su propia cosmovisión de lo propio como también de lo ajeno. La vida religiosa que cualquiera puede observar del judío es producto de todo este período que se basó en la interpretación, desde hace más de dos mil años de los textos bíblicos, para poder resignificarlos a la luz de otros contextos que sucedieron y que lo colocaron en la necesidad de hacer aquella tarea. La misma sigue sucediendo constantemente.
El pueblo judío es sinónimo de constante transformación, mientras que al mismo tiempo sostiene un cuidado de las tradiciones y normas para seguir adelante a lo largo de la historia. Es pueblo en tanto forma de vida, que plantea al mismo tiempo un respeto, reconocimiento y diálogo con otros cultos y grupos, reconociéndonos a todos como parte integral de este mundo.
¿Fue reconocido primeramente como pueblo por un ajeno al mismo? Es posible. ¿Quién no necesitó la voz del otro para iniciar su proceso de reconocimiento y desde ahí, comenzar su camino hacia la propia definición de lo que realmente es?
[1] Éxodo capítulo 1: 9-10.
[2] Génesis, capítulo 41 en adelante.
[3] Éxodo capítulo 20
[4] Éxodo capítulos 19 y 20. El episodio de Moisés con las tablas es posterior.
[5] Esta expresión refiere a los doce hijos de Jacob, tercer y último patriarca, a quien se le agregará el nombre de Israel quedando así establecida la identificación de dicho colectivo bajo esa denominación. Estos doce hijos y sus descendientes se establecieron en Egipto y luego fueron esclavizados durante doscientos diez años.
El Rab Gabe hace un interesante recuento histórico del término «pueblo», pero nos deja en duda el segundo término de la definición: «elegido»…..cuando , donde y porqué surge ese término, de tan dificil digestión.