El antisemitismo, el problema impensado del sionismo

Sep 9, 2025 | Blog

Jorge Iacobsohn

El antisemitismo es un fenómeno social bastante difícil de comprender y de hecho hay muchos enfoques diversos que intentan aprehenderlo.

El principal problema que dificulta su comprensión es su capacidad de generar efectos en la sociedad sin que sea percibido como tal.

Utilizar la navaja conceptual con fines de esclarecimiento puede ser útil, sobre todo si el foco es puesto en las consecuencias prácticas de ese fenómeno.

En términos prácticos, el antisemitismo produce estos efectos: una violencia discursiva o física absoluta sobre todo miembro del colectivo judío, sin importar si es religioso o no, sionista o diasporista, de izquierda o de derecha, rico o pobre, socialista o capitalista. Sus cualidades realmente no importan.

Una mirada a la historia verifica una y otra vez esos rasgos. El que es contemporáneo de cada periodo histórico en el que se ejerció una violencia masiva sobre el colectivo judío (persecuciones, exclusiones, masacres), ha sido testigo de la justificación de esa violencia.

También se comprueba históricamente que la violencia antisemita no sólo afecta al colectivo judío, sino fundamentalmente al colectivo no judío que la produce. El victimario también produce muchas víctimas en su campo: lo vimos en la Inquisición española, el zarismo ruso, el nazismo, el nacionalismo árabe palestinista, el jihadismo. Cada uno de estos procesos históricos utilizaron la persecución antisemita como una herramienta de disciplinamiento de sus poblaciones, utilizando para su beneficio la sedimentada animosidad popular contra el colectivo judío. El extremismo de izquierda y de derecha occidentales actuales van por ese camino.

Fenomenológicamente, el contenido ideológico o partidario que canaliza la violencia antisemita es indiferente o contingente. Las explicaciones sociológicas, antropológicas, políticas o teológicas sólo echan más bruma sobre la realidad, sobre todo cuando muchas de esas explicaciones están influidas por la amalgama de intereses y conflictos de las sociedades en las que tienen lugar.

Jack Fuchs, el fallecido sobreviviente del Holocausto que residía en Buenos Aires, había dicho de modo provocador que “explicar el Holocausto es justificarlo”. Es decir, no tiene mucho sentido hurgar en “las causas del Holocausto” porque el odio genocida no tiene una causa política, económica o de alguna índole. Las “causas” (si es que puede aplicarse a la humanidad el criterio de causa y efecto) pueden ser catalizadoras, pero no originadoras del hecho destructivo. El odio en las sociedades es un problema humano, algunos agregarían: moral.

El odio al otro es un problema humano y como emoción, es difícil hacerlo accesible a la conciencia. Del mismo modo que ocurre a nivel individual cuando un individuo está siendo cautivo de sus emociones al punto de no ser consciente de ellas.

No es necesario incurrir a la metafísica y hacer postulados universales, como los que se hacen en teoría política cuando algunos sostienen que la dinámica “amigo-enemigo” es necesaria para la política y la existencia del Estado.

La idea es mantenerse más acá de la teorización universalizante que busca raíces eternas de los problemas.

La hipótesis sionista de autoemancipación: a repensar

La hipótesis del sionismo, desde Pinsker y Herzl, era que el pueblo judío, siendo perseguido incluso en la modernidad laica y por todas las tendencias políticas, es que el pueblo judío no puede esperar más de la «emancipación» otorgada a ellos por otros (una verdad que se reveló mucho antes del Holocausto y se confirmó aún más luego de que haya ocurrido), debe auto-emanciparse.

La autoemancipación implicaba la construcción de un hogar nacional judío en la histórica tierra de Israel, un proceso complejo y largo de construcción de instituciones, con diversidad política y negociaciones y conflictos continuos con la población árabe local del Mandato Otomano (y luego británico) de la región de Palestina (denominada así por los sucesivos imperios que administraron la zona desde la destrucción  de Judea, en homenaje humillante a sus antiguos enemigos los filisteos). Lejos de la imagen mítica actual de «colonización blanca expulsadora o esclavizadora de nativos».

El Medio Oriente de mayoría musulmana veía con descredito y disgusto cómo una minoría religiosa lograba con tanto éxito construir lo que sería su futuro país y no podía aceptar que este ejemplo de empresa autoemancipadora contagie a otras minorías o amenace a sus estructuras sociales. Repetidos pogroms antijudíos en la Palestina británica y el pacto del Mufti palestino de Jerusalén con Hitler (que los nazis vengan a expulsar a los judíos de Palestina, objetivo frustrado por el avance aliado en la zona del Levante), lo demostraron.

La derrota del nazismo y la decadencia imperial británica abrió el camino para la declaración de Independencia de Israel, que al día siguiente fue invadido por los ejércitos árabes de la zona, que no aceptaron la partición de la tierra de la ONU. En cambio, la aceptación de Israel le dio la legitimidad para declarar su independencia. La solución de dos estados tan anhelada por la comunidad internacional murió al nacer. Desde entonces, el conflicto palestino-israelí permanece insoluble.

El resto es conocido, varias guerras árabes, declaración de la liga árabe de los «tres no de Khartoum» de 1967 (no paz con Israel, no negociación, y no reconocimiento), terrorismo de la OLP, ocupación israelí, intifadas I y II, terrorismo de Hamas y Hezbollah, etc.

El sionismo (que solo desde hace diez años aproximadamente es asociado en Occidente con «colonialismo», o lisa y llanamente con la «derecha», sin importar que los israelíes de izquierda y a favor de la paz y contra la ocupación también son sionistas), intentó varias fórmulas y ofertas de paz que fueron rechazadas por la dirigencia palestina que hasta hoy cree fervientemente en la expulsión o sumisión de los judíos para cimentar su futuro estado.

Las fórmulas y propuestas de paz nunca vinieron del lado palestino (sospecho que tampoco vendrán), dado que la dirigencia palestina se autopercibe como el lado ocupado y oprimido y por lo tanto no tiene responsabilidad de ofrecer soluciones. De otro modo, la dirigencia palestina (dirigencia es un término generoso para la autocracia que dirige Mahmoud Abbas) no hubiera lanzado durante décadas la exitosa campaña diplomática internacional de reconocimiento del estado palestino sin necesidad de negociar la paz. Esta dirigencia apuesta al desgaste del tiempo, por el cual la falta de soluciones y la continuación de la ocupación y su ilegitimidad internacional serían suficientes para desgastar y doblegar a Israel.

Pero no solo los palestinos apuestan al desgaste del tiempo, sino también al antisemitismo que suele permear como sombra sobre todo Israel y el pueblo judío al no poder resolver el problema de la ocupación y tener que estar en pie de guerra constante con el terrorismo islámico de la región.

El poeta palestino Mahmoud Darwish, en su diálogo con Judith Lerner en la película de Goddard Notre Musique, le plantea que el mundo no está interesado en los palestinos, sino que se trata de un interés mediado por el obsesivo interés hacia lo judío. Es un interés que perjudica las vidas reales de los israelíes y los palestinos. Nadie sabe absolutamente nada sobre Israel y mucho menos sobre los territorios palestinos, todo se limita a la construcción mítica imaginaria de un judío victimario y de una victima inocente sacrificada.

Poema de Mahmud Darwish del libro «Mural», «Oh Muerte, espera a que prepare mi maleta» en el cementerio de Nevé Shalom, Israel. Oh Muerte, espera a que prepare mi maleta: mi cepillo de dientes, mi jabón, mi afeitadora, mi loción para después del afeitado y mi ropa. ¿Qué tiempo hace allí? ¿Está cambiando en la blanca eternidad, o se mantiene igual en invierno que en otoño? ¿Bastará un libro para pasar el tiempo, o necesito una biblioteca entera? ¿Y cómo se habla allí? ¿Árabe coloquial común o árabe clásico? Espera, muerte, hasta que recupere la claridad mental en primavera.»

Esto es algo que el sionismo, como expresión soberano-política del pueblo judío no puede resolver, porque el antisemitismo no es un problema político. La idea sionista de proveer un refugio pacifico para los judíos se ha revelado un fracaso para ese objetivo. Y este fracaso no tiene ninguna razón, ni política ni económica ni geopolítica.

Algunos me dirán que dejo afuera los avances históricos como los Acuerdos Abraham con las monarquías moderadas del Golfo y sus aliados, por ejemplo. O los acuerdos que sí se lograron antes con Egipto y Jordania. La política logra estas cosas (y las guerras también). Eso está muy bien. Lejos estoy de sumarme al coro antisionista y antisemita que exige la disolución del estado judío (y ninguna disolución identitaria a los palestinos árabe-musulmanes).

El estado de Israel es un hecho. Sus ciudadanos judíos no van a ir a ningún lado. Tampoco los palestinos. Pero el antisemitismo como fenómeno social no admite paz alguna porque les recuerda a los judíos que siempre deben defenderse militarmente si quieren existir como tales, o renunciar a su soberanía y someterse a sus enemigos que definen quiénes son los judíos buenos y los malos, y porque sus enemigos saben que el antisemitismo es una máquina perpetua que otorga legitimidad a sus modos violentos… de lograr fines violentos.

Ya todo judío e israelí, sin importar que piense o diga o donde viva es un nazi que merece ser destruido, boicoteado, aislado, excluido de toda esfera pública posible «por genocidar palestinos». El único judío aceptado es el que llama a destruir Israel (y no faltan oportunistas o dogmáticos minoritarios que aceptan aplastar su dignidad humana). Ni a los ciudadanos rusos en el mundo se los trata de esa manera por la campaña destructiva contra Ucrania que ya lleva 11 años y decenas de miles de muertos.

La política, o la realpolitik, no puede resolver esto. Es hora de imaginar nuevos horizontes que amplíen los abiertos por Herzl y Pinsker.

3 Comentarios

  1. Antonio Bernardo

    Jorge. Un excelente artículo

    Responder
  2. Stephan Sberro

    Claro y documentado
    Un articulo util

    Responder
  3. Valeri Serret

    Muchas gracias. Muy clarificador.

    Responder

Dejar una respuesta a Antonio Bernardo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Descubre más desde JAD cultura judia

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo