Fue el tiempo para la guerra ¿y para la paz?

Es claro que la ¿finalizada? campaña de Israel para debilitar la carrera nuclear de Irán, país que amenaza con destruirlo desde la Revolución Islámica de 1979 es justificada. Nadie en su sano juicio se quedaría de brazos cruzados ante semejante amenaza, no teórica sino real: este país ha financiado el terrorismo islámico contra Israel y el pueblo judío durante décadas, mediante sus proxies paramilitares en el Medio Oriente y de inteligencia en el mundo. El terrorismo islámico es prácticamente sinónimo de opresión, destrucción y muerte.
Este es un asunto del que se encargan los estrategas militares y políticos, del cual los pensadores de la filosofía, la moral, y la religión tienen poco que decir. ¿O sí? Veremos.
En medio de múltiples mensajes que la gente comparte en redes, tuve la oportunidad de ver un viejo video donde el escritor uruguayo Eduardo Galeano explicaba por qué las guerras son malas. Porque solo traen destrucción, y porque son el resultado de la ambición de poder económico y la producción de armas es un ciclo que retroalimenta tanto la economía como la guerra.
Casi que podría estar de acuerdo, pero me irritó el tono de santurronería y conspirativismo en su mensaje. Me inspiró sin embargo a hacerme mejores preguntas sobre qué es la guerra.
Lo primero que nos viene en la memoria son las imágenes de destrucción de la Primera y Segunda Guerra mundiales y la intuición común nos comprueba que es algo malo. Sólo trajo destrucción a escalas monumentales. Esta intuición llevó a Europa a realizar compromisos de paz que duran décadas. La ironía es que esta paz fue posible bajo la protección militar estadounidense contra la Unión Soviética, protección que además estaba sostenida por una carrera armamentística brutal entre ambos contendientes de la mal llamada “Guerra Fría”.
Esta protección le permitió a Europa prosperar económicamente y construir sus famosos y admirados Estados de Bienestar. No fue muy complicado, no tenían que invertir en armamento ni construir fuertes ejércitos sino en educación. Una vez caída la Unión Soviética, esta prosperidad necesitaba de fuentes energéticas para sostener la locomotora del progreso económico. Alemania, el principal motor de la locomotora, recurrió al gas ruso. Recurso energético provisto por una tiranía imperialista. El error no iba a tardar muchos años en revelarse: la invasión a Ucrania y su posible expansión hacia sus países vecinos del Oeste obligó de nuevo a los países europeos centrales y orientales a invertir en defensa. Es cuestión de tiempo que lo hagan también los países europeo-occidentales, Francia y el Reino Unido ya dieron sus pasos. Menciono a propósito el ejemplo histórico europeo y no el israelí, para desarmar la mirada europea ingenua de Israel como un país apegado al conflicto y la guerra, mirada que olvida sus condiciones materiales e históricas, en los viejos términos, “burguesa”.
Una mirada hacia la historia nos muestra que la paz es sólo el interregno entre guerras. Heráclito ya decía que “la guerra es el padre de todas las cosas”. Clausewitz afirmó que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Foucault agregó la inversa: “la política es la continuación de la guerra por otros medios”.
Todo esto es muy cierto y con eso logramos una mirada superadora a la santurronería simplista de Galeano. ¿Entonces no hay nada que hacer? ¿Queda resignarse al hecho de que la vida es pura carrera por el dominio y la política y la guerra los medios para concretarlo? ¿Resignarse al hecho de que quienes no tomamos las decisiones importantes que impactan sobre nuestras vidas debamos padecerlas pasivamente?
El grito profético judío, el que pide tiempos mesiánicos de paz en los que las armas se convierten en instrumentos de arado y el lobo duerma tranquilamente al lado de la oveja, no se resignó a ese destino de la humanidad.
El profetismo judío rompió con la visión naturalista de la guerra, comunes a las tradiciones de Oriente, y también de Grecia y Roma.
El cristianismo, un fenómeno histórico y cultural complejo de entender hasta el día de hoy, continuó la ruptura mesiánica judía, inspirando en Europa movimientos por la justicia social o por el pacifismo. La modernidad capitalista europea, que se liberó de la opresión política teológica del Vaticano (que oportunamente también se sirvió de la guerra), tuvo una relación ambigua con la guerra. El naciente liberalismo económico y político sostuvo que la paz es crucial para la cooperación y prosperidad económicas y las libertades personales. Lo cual es muy cierto pero no dejaba de ser engañoso ya que pronto o simultáneamente la acumulación de capital se revelaría una forma de guerra, es decir, de explotación de trabajadores, de imperialismo y colonización allende las fronteras.
El pueblo judío retornó a su tierra para defenderse de la opresión y en el día de su nacimiento fue invadido por siete ejércitos árabes, que no podían tolerar que una minoría no islámica y no árabe, tradicionalmente inferior a los ojos del Islam, pudiera ser soberana. Era una amenaza que podía inspirar a otras minorías de la región a rebelarse. Con esto nació el conflicto palestino-israelí que obligó a los israelíes que aspiraban a tener un país pacífico modelo a recurrir no sólo a la guerra sino a la opresión de los árabes locales que se negaban a vivir como ciudadanos de un estado extraño culturalmente para ellos. No se ven como minoría ni hasta el día de hoy porque cuentan con el apoyo de más de cincuenta naciones que comparten su identidad.
¿Estamos condenados, como dijo una vez Netanyahu, a vivir “para siempre” bajo la espada? Me resisto a aceptarlo y muchos israelíes que son educados en las fuentes judías saben que es posible algo mejor que ese destino. Me resisto a aceptar que esta última campaña contra Irán sea una cuestión de tiempo, me temo breve, hasta la próxima conflagración (D-s quiera que el oprimido pueblo iraní se rebele y erradique este horrendo régimen, pero no sabemos si ocurrirá).
Entonces me puse a buscar un poco las fuentes para ver qué luces nos pueden aportar. Tenemos por un lado la mencionada profecía de Isaías del lobo y cordero, por otro lado Eclesiastés que dice que “hay un tiempo para todo… tiempo para amar, tiempo para odiar, tiempo para la paz, tiempo para la guerra”. Quizás me falten herramientas hermenéuticas para entender a Eclesiastés, pero me suena todavía muy “oriental” y naturalista.
El salmo 85:10, que expresa la unión entre la paz y la misericordia, dice: “La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron”.
Si prestamos atención al versículo en contraste con la historia humana, lo normal es que la misericordia y la verdad nunca se encuentran y la justicia y la paz nunca se besan.
Frecuentemente, la verdad es inmisericorde, y decirla o afrontarla viola la armonía. Los afectados por ella no la aceptarán nunca. La justicia suele ser obtenida sin paz: los movimientos por la justicia frecuentemente deben apelar a la violencia para liberarse de la injusticia. La paz suele ser obtenida sin justicia: frecuentemente, una paz social posterior a un conflicto requiere perdonar los crímenes (fenómeno bien conocido por los españoles por el Pacto de la Moncloa y por los argentinos por las leyes alfonsinistas de Obediencia Debida).
La “salida” es un tanto religiosa: la creencia de que es posible un mundo en el que la justicia y la paz se encuentren requiere de un trabajo de conexión social en el que la armonía sea lograda con la dignidad y la aceptación del otro. Que no se necesite de negar la identidad del otro. Que no se necesite negar la propia identidad para aceptar la del otro. ¿Esto puede tener aplicaciones prácticas o políticas? No lo sabemos pero quizás si nos inspiramos en el viejo y vigente Salmo judío con consecuencias universales, algo nuevo puede surgir.
Buen comentario. Agregaría que también parte de las profesias hablan de guerras (antes del periodo de paz).
Bon Día, Cierto es que La Paz,se busca no es menos cierto,que no siempre llega y se consigue
Dicho esto el Pueblo Judio siempre ha querido y deseado La Paz,ha luchado por ello desde la
Época del Rey David e incluso desde el propio nacimiento de las leyes Divinas y Profeticas,pero
ahora toca Nuestro Siglo XXI,El Pueblo Judio tiene claro está muchos enemigos,pero también tiene muchos amigos,yo diría que como todos,haciendo un paréntesis vosotros tocáis los famosos Pactos de la Moncloa,que olvidaron Históricamente los Crímenes Contra la Humanidad,que cometió el Nazi-Franquismo(Aliado con el Nazismo Hitleriano desde 1936-1945 y Más tiempo,eso ligado al Juicio de Nuremberg,que juzgó los Crímenes del Nazismo y la
Shoa,En que punto de Síntesis se encuentran (Nuremberg y los Pactos de la Moncloa??)
Muy buen comentario, esperanzador. Gracias a JAD por la búsqueda constante por la justicia y la paz
Una aclaración que puede ayudar a pensar que es posible el encuentro entre paz y justicia: en Argentina las leyes de Obediencia Debida y Punto final fueron derogadas por el gobierno de Kirchner y se condenaron a los militares criminales (aunque claro, no fue una guerra sino un Terrorismo de Estado)
Una molestia (también me irrito): los poetas no son santurrones, ni estrategas militares y políticos, pero pueden decir con simpleza verdades profundas.