Por Jorge Iacobsohn

El 26 de febrero, y luego una semana tortuosa en la que Hamás engañaba a los familiares Bibas que esperaban el retorno del cuerpo de Shiri Silberman, la madre de los niños pelirrojos enviando un cuerpo que no correspondía al de ella, el país entero realizó una procesión funeraria en la que acompañó el dolor de los deudos.

La organización terrorista islámica asesinó a sangre fría a una madre y sus dos bebés, lo que simbolizó el horror de toda su campaña sangrienta que inició el 7 de octubre de 2023. Ariel Bibas tenía 4 años y Kfir Bibas nueve meses cuando fueron secuestrados de su casa de Nir Oz. También fueron asesinados sus abuelos, Yossi y Margit Silberman, quedando como únicos sobrevivientes la hermana de Shir, Dana, y el padre de la familia, que también fue rehén liberado, Yarden Bibas.

Al sufrimiento de la familia se le unió otra capa de sufrimiento, que los familiares de secuestrados en Gaza vienen padeciendo: el desprecio del primer ministro Benjamin Netanyahu y sus socios de banca.

Por si fuera poco, sumado al martirio ocasionado por las condiciones infrahumanas en las que son sometidos los rehenes (torturas, hambre, abuso sexual, entre otras), la humillación de la propaganda de Hamas que los muestra a los rehenes liberados obligados a sonreír frente a la cámara como si hubieran asistido a una conferencia, la casi absoluta adopción de esa propaganda por parte de los medios occidentales, reciben la indiferencia del gobierno de Israel y el abierto despecio inhumano de algunas bases militantes fanáticas del “bibismo”.

La familia Bibas pidió expresamente al primer ministro que no utilice ninguna información ni datos gráficos de lo ocurrido por la familia con fines propagandísticos. Como es de costumbre, Netanyahu desoyó el pedido de decencia de los familiares. Ofri Bibas, hermana de Yarden, declaró lo que debería ser normal y obvio: “Hay muchas maneras de hacer diplomacia pública -que, por cierto, es algo que no se ha hecho aquí desde el 7 de octubre- con sensibilidad, respeto y coordinación con la familia”.

Otra muestra reciente de desprecio político fue proferida por el ministro de Economía e Industria Nir Barkat, consultado por el testimonio del rehén liberado Eli Sharabi, quien describió cómo fue torturado por Hamás en el programa de televisón Uvdá. Barkat declaró que no lo ha visto, que tiene cosas más importantes que hacer que mirar un programa en donde un ciudadano comparte su experiencia de cautiverio en uno de los ataques más trágicos que haya sufrido Israel en su historia. Cuando le han repreguntado a qué cosas se refiere, respondió que tiene “deberes de funcionario”. Luego se disculpó, pero el daño fue hecho.

La sociedad civil israelí está herida, sola en el mundo, en un mundo donde su liderazgo está más preocupado por dividir, incitar, y callar frente a líderes de una potencia importante que agitan ideas tabú como la de limpieza étnica. Las justas luchas de Israel por su sobrevivencia se debilitan cuando la hostilidad externa se combina con la indolencia interna.