Jorge Iacobsohn
A 77 años de la declaración de independencia de Israel, el panorama es sombrío. En medio de una guerra inconclusa en Gaza, ciudadanos cautivos, un gobierno extremista y demagogo indiferente hacia ellos, que sobrevive fomentando la división política, y voraces incendios provocados tanto por condiciones climáticas adversas como por una campaña de odio de Hamás que incita a los ciudadanos árabes de Israel a incendiar el país, la situación parece apocalíptica.
Para completar este cuadro, la imagen internacional de Israel está peor que nunca. En una región llena de enemigos ideológicos fanáticos hostiles a Israel, en Estados Unidos que es la última reserva de legitimidad, las bases republicanas y demócratas, según recientes estudios, están perdiendo su apoyo a Israel. En este contexto de soledad y hostilidad, es urgente abrir una conversación seria sobre el antisemitismo y su instrumentalización política.

Antisemitismo en Estados Unidos y la administración Trump
Existe temor en Estados Unidos de que la administración Trump utilice el aumento del antisemitismo -no confundir con críticas legítimas a Israel, sino protestas violentas contra todo lo judío, incluyendo estudiantes, profesores y conferencistas, sean sionistas o no- como pretexto para imponer una represión más amplia en las universidades. Esta represión se manifiesta en presiones presupuestarias y el desmantelamiento del sistema DEI (programas de inclusión racial).
No entraremos aquí a discutir las características políticas o decisiones de la administración Trump, ni a analizar cuánto de la sanción del antisemitismo es oportunismo. Hay otras variables y pistas que seguir. Lo cierto es que el antisemitismo ha sido siempre un fenómeno íntimamente ligado a la política y utilizado como herramienta de poder.

La instrumentalización política del antisemitismo
El odio hacia los judíos, manifestado en turbas violentas, boicots y asesinatos, ha sido históricamente incentivado desde las autoridades políticas. Es decir, este fenómeno no siempre es espontáneo; frecuentemente es dirigido desde arriba por los poderes de turno, ya sean epocales o regionales.
Por ejemplo, el panfleto antisemita más famoso, «Los Protocolos de los Sabios de Sión», que alimentó la paranoia política del nazismo, el panarabismo y el islamismo, fue creado por la policía zarista y difundido luego por la Unión Soviética. Los pogromos en Europa del Este fueron promovidos por las autoridades zaristas para desviar la atención de sus problemas internos. La Unión Soviética continuó esta estrategia con su ideología “antisionista”.
Un puente entre ayer y hoy
Desde la antigüedad, el patrón del odio antijudío se ha repetido a lo largo de la historia. En el libro bíblico de Ester (3:8), el ministro Amán describe a los judíos como un pueblo disperso cuyas leyes son diferentes y que no se someten a las leyes del rey. Por ello, pide su exterminio. Este no es solo un caso de discriminación, sino un llamado a la destrucción total de un grupo que la autoridad política no puede aceptar.
El “motivo” de esta furia política también está claro: Amán se enfurece porque Mordejai, un judío, se negó a arrodillarse en señal de veneración religiosa, ya que el monoteísmo judío prohíbe la idolatría. Este desafío religioso y cultural se repite en la historia, desde griegos y romanos hasta las nuevas religiones inspiradas en el judaísmo, que chocaron con la negativa judía a olvidar su identidad.
Cabe mencionar, sin embargo, que los habitantes del antiguo Israel no escaparon a la norma del sincretismo de los otros pueblos, de hecho frecuentemente las autoridades y el pueblo judíos hablaban arameo y griego, mantenían la costumbre de ponerse nombres en esos idiomas acompañado de nombres hebreos (por ejemplo, Alexander Yanai, segundo rey de la dinastía jasmonea, o su padre Yojanán Hircanus).
El sincretismo judío llegó a producir filósofos como Filón de Alejandría, o la traducción griega de la Biblia conocida como Septuaginta, factor generador de movimientos tectónicos civilizatorios mundiales. Sin embargo, como sucedió en la historia, la voluntad de asimilación del judío nunca fue suficiente para ser aceptado.
Ser como los otros -participar del concierto universal de las naciones- y mantener lo particular en el caso judío siempre fue conflictivo para ciertas manifestaciones del poder. El reclamo hacia ellos fue siempre: disuélvanse, o sepárense absolutamente.
El caso de Alemania en los siglos XVIII y XIX
Los judíos alemanes hicieron dos movimientos asimilatorios radicales: reformaron su religión para eliminar referencias identitarias y adaptaron sus sinagogas a modelos protestantes, con rabinos sin barba y música instrumental. Además, participaron como patriotas en la Primera Guerra Mundial, muchos destacándose como héroes.
Sin embargo, esto no impidió que la aristocracia y la burguesía alemanas apoyaran al demagogo que llevó el antijudaísmo a su forma más extrema: el nazismo, que implementó el exterminio sistemático de los judíos, cumpliendo el decreto de Amán en la antigüedad.
El sionismo y la actualidad
El sionismo comprendió que el antisemitismo es un problema político. Ninguna forma política o ideológica aceptaba la existencia judía, ni siquiera permitiendo olvidar su identidad. Por ello, buscó enfrentar el antisemitismo adquiriendo las herramientas de poder del Estado moderno.
Esto nos lleva a la actualidad, en la que el antisemitismo vuelve a estar en las portadas de las noticias de violencia antijudía y los llamados a eliminar a un solo estado moderno no por sus acciones sino sobre todo y debido por su identidad.
Antes el poder político pidió eliminar a un pueblo sin estado, hoy pide eliminar su estado. Y el estado de los judíos, como todos los estados, depende de alianzas políticas para sobrevivir. Lamentablemente, y por esto hay que hablar de antisemitismo hoy, no porque haya que defender patéticos gobiernos israelíes, sino porque la existencia física del estado de Israel y de la diáspora judía están en peligro.
El estado judío, el único en el mundo, está aislado cultural y políticamente por ser minoría no-árabe y no-musulmana en una región extremadamente convulsa compuesta por una mayoría de mil millones de musulmanes gobernados por tiranías.
Este es un destino minoritario compartido con otras minorías regionales como los armenios, kurdos, druzos y cristianos. Israel, como esas minorías, depende de alianzas con potencias para sobrevivir.
Pero si las potencias aliadas deciden soltarle la mano la existencia física de Israel no podrá sostenerse en base a su propio poderío militar si no tiene legitimidad. Las encuestas globales en general y las de Estados Unidos en particular, revelan una pérdida grave de legitimidad de Israel lo cual puede traducirse en el abandono de los intercambios económicos, políticos y militares, cruciales de sus aliados para su supervivencia.
La administración Trump, que ha mostrado traicionar aliados occidentales y acercarse a enemigos como Irán o Rusia, complica aún más esta situación.
Día de la Independencia ¿de qué?
Trump ha mostrado signos de antisemitismo, apelando a la culpabilidad colectiva y exigiendo apoyo incondicional, una actitud común de dictadores. En un contexto donde las bases electorales estadounidenses muestran indiferencia hacia Israel, no sería extraño que Trump fortalezca a enemigos de Israel como Irán, en función de sus intereses.
Las medidas de Trump contra el antisemitismo en universidades, aunque parcialmente justificadas, no pueden verse fuera de este contexto oportunista o transaccional a cambio de un apoyo incondicional de tipo del vasallaje.
El antisemitismo ha estado siempre vinculado a tiranías, y hoy sigue ese patrón. El gobierno israelí, sin visión propia, sigue tontamente el libreto de estas tiranías, fomentando odio y división interna.
Iom Haatzmaut tendrá sentido si enfrenta a las tiranías, al antisemitismo y a la división interna.
Comentario *El Poble Jueu,i l Estat d Israel,amb tota la seva Ciutadania ha de promouree un nou Canvi de Paradigme dins l escenari Politic arreu de la Diaspora Jueva Global,per tal de Anar Construin un Nou Model
Politic Social d Israel per els propers Segles,basant la Nostra tradicio de no Anar a Caure,de er un Poble Perseguit sino agafar la davantera per arribar a ser el Model Global,en el qual aquest nou concepte de Judaisme ens porti a liderar aqueixa una Humanitat tan maltreta.