Avishai Galili: «Según Spinoza, Israel no es sujeto de su destino»

Ene 3, 2022 | Cultura, Entrevistas

Avishai Galili, gracias por contactarnos. ¿Puedes contarnos un poco sobre tu biografía personal y profesional?

Avishai Galili – Gracias por entrevistarme. Crecí en un hogar religioso tradicional, por parte de mi madre desciendo de una familia de grandes rabinos en Túnez, y por parte de mi padre, descienden de Corfú en Grecia, y también eran religiosos. Hasta la escuela secundaria crecí como religioso, pero después de mudarme de casa, mis padres me inscribieron en una escuela secular y desde allí hasta después del ejército viví como un laico. Toda mi vida he practicado deportes principalmente por placer del autocontrol y también para mediar para mí mismo todo tipo de problemas emocionales – el deporte es un lugar de espiritualidad y limpieza interior.
Después del ejército hice una licenciatura en educación física durante la cual volví a ser religioso, de modo autónomo y muy profundo, y durante esa época tuve experiencias espirituales muy poderosas que me llevaron a estudiar filosofía por un lado, pero por otro me hicieron dejar la religión en el estricto sentido halájico (de observancia de los preceptos de la Torá).

Baruch Spinoza

Baruch Spinoza

Por lo tanto, después de la licenciatura, hice una maestría en filosofía general, y hoy curso el doctorado bajo la guía del profesor Yehuda Halper del Departamento de Filosofía Judía en Bar Ilan; mi investigación se refiere a la influencia del rabino Hasdai Crescas sobre Spinoza.

Eres un atleta y un entrenador de atletas. ¿Cómo fue tu encuentro con la filosofía y Spinoza?

AG – Para mí, la filosofía no es una joya de la torre de marfil académica; la plasmo en la vida cotidiana: ya sea por la forma en que abro la mañana en agradecimiento al Objeto Absoluto, o en relación con mis hijos, y la forma en que corro en la naturaleza y siento la unidad. De ahí que la forma en que entrenaba en el pasado y hoy entreno a coachers de modo que la experiencia esté indisolublemente ligada al ser general. Los principios de la filosofía para mí impregnan todo el espacio de la vida, ya sea en el coaching -como vía intermedia- y pongo a un lado la competitividad (a menos que sea en favor de un propósito pedagógico), o eligiendo la excelencia personal como una auto-personificación de la realidad.

Hay una frase célebre del filósofo: «Nadie sabe lo que el cuerpo puede». ¿Cómo interpretas eso?

AG – Es una frase interesante, que debe leerse en su contexto: Spinoza dice allí que no sabemos lo que el cuerpo es capaz de realizar sin relación con la mente, es decir, como la acción del propio cuerpo. Hay muchas capas en este teorema, y ​​la primera es en términos del estudio de la fisiología: todavía no entendemos qué es el cuerpo, cuál es la relación entre el cuerpo y la mente y, en general, cómo es posible esta conexión. Hay quienes pensaron que la cuestión de la relación entre cuerpo y mente no tiene solución en absoluto, pero, por supuesto, Spinoza nos enseñó lo contrario. Al examinar las acciones del cuerpo, esta oración me deja claro que no sabemos de lo que es capaz el cuerpo, hasta que nos vemos obligados a actuar en situaciones en las que la mente misma no querría actuar si pudiera renunciar a ellas. Es decir, solo en situaciones extremas podemos descubrir hasta dónde podemos llegar con nuestro cuerpo, y este es el acto que realmente nos construye como seres humanos.

Como judío, ¿qué pensamiento te genera la innovadora propuesta «teológica» de Spinoza?

AG – El judaísmo es una religión no misionera, y también lo es la enseñanza de Spinoza: solo unos pocos la reciben. Sin embargo, a diferencia del judaísmo, la religión de Spinoza es universal y, en mi opinión, constituye una especie de «idea reguladora» hacia lo que el judaísmo merece convertirse: en una religión para todos los pueblos.

Avishai Galili en su rutina de entrenador

Avishai Galili (der.) en su rutina de entrenador

Sin embargo, en el judaísmo hay una práctica de la vida integral y concreta, algo que falta en la teoría y en la práctica de Spinoza; por lo tanto, la doctrina de Spinoza es muy difícil de practicar y aplicar por ser muy abstracta. En mi opinión personal, y esto es lo que hago en la práctica, una síntesis dialéctica entre la práctica halájica judía y el sistema de Spinoza como camino intermedio entre los dos y se obtiene lo mejor de ambos mundos. Creo que los gigantes espirituales entre nosotros hacen algo bastante similar entre sí para sí mismos.

David Ben-Gurión, uno de los padres políticos de Israel, fue un ávido lector de Spinoza, ¿cree que incluso sus escritos nos  ofrecen caminos interesantes en nuestra sociedad israelí del siglo XXI y sus desafíos?

AG – No es por casualidad que Ben-Gurión admirara a Spinoza, ya que influyó no solo en él, sino en muchos de los líderes del movimiento sionista. Esto se debe a que Spinoza, al igual que los líderes del sionismo, adoptó una postura activa hacia la vida y la responsabilidad humana por su propia vida, contrariamente a la concepción del judaísmo rabínico, que se puede definir como pasivo en relación con el futuro del destino judío.

David Ben Gurión leyendo la Declaración de Independencia de Israel

David Ben Gurión leyendo la Declaración de Independencia de Israel

En términos de la influencia de Spinoza sobre nosotros hoy, supongo que Spinoza se habría opuesto a la forma en que el pueblo judío se comporta políticamente. Pensaría que somos guiados y no nos guiamos a nosotros mismos en el sentido de que no controlamos nuestro propio destino, sino que estamos controlados por factores externos a nosotros, como las influencias de varias minorías en nuestras vidas, las influencias de intrigas políticas que no podemos superar, influencias de ciertos elementos en la sociedad y la política israelíes.

No es el bien común, sino razones que pueden no siempre ser conocidas ni siquiera por los protagonistas. Al mismo tiempo, estaría a favor, en mi opinión, de una igualdad de derechos para todas las minorías, siempre que reconozcan plenamente el factor judío que gobierna aquí. Se opondría a los valores baratos que prevalecen hoy en día en todos los niveles de la sociedad. Pediría el abandono del materialismo en favor de una vida de modestia que conduzca a la pureza de pensamiento y la castidad, algo que falta en la cultura instantánea de la que derivamos nuestra escala de valores distorsionada. ¡Pediría el dominio de la mente sobre nuestros impulsos!

¿A qué te refieres con «materialismo» de la sociedad?

AG – El materialismo como concepto general, y la falta de una definición ordenada de los valores, o al menos la creación de un orden teórico en cualquier jerarquía de valores, caracteriza no solo a la sociedad judía israelí, sino a toda la humanidad en general, al menos así me parece a mí. Esto se refleja en la falta del pensamiento profundo sobre los problemas de la vida, a partir del desarrollo de tecnologías que, por otro lado, tienen el potencial de provocar desastres. O, por ejemplo, toda la gama de marketing de Internet: los grandes anunciantes y las empresas corporativas publican contenido que no merece ser definido ni siquiera como basura y, sin embargo, están expuestos a los ojos de todos, incluso de los niños. Ahora, lo que se crea a partir de tal situación es que un niño crece con una percepción cultural de que el mismo comportamiento conductual es normativo, entonces, ¿qué se espera que salga de esta generación? ¿qué valores se vierten en ella?
Después de todo, el hombre es como una planta, si la riegas de cierta manera y la fertilizas con ciertas sustancias, inevitablemente obtendrás el resultado esperado en el rango esperado. ¿Alguien juzga esto? ¿Existen comités que filtren dicho contenido? ¡No me es conocido! Y el precio lo estamos pagando ahora.
Más allá de eso, el otro lado del problema es la falta de definición de la verdad. Debido a las diferentes concepciones posmodernistas que tienen en común una completa falta de verdad, se crea una situación de caos de valores y puro nihilismo. Este es el imán para el comienzo de la decadencia de la cultura occidental a mis ojos, por lo que estas percepciones deben ser combatidas por la polarización filosófica, es decir, la creación de una metafísica que sustente las prácticas de vida y las concepciones morales, políticas, sociales e incluso científicas; de la que podamos obtener valores constructivos y creativos, y no degenerativos o deprimentes.

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