Jorge Iacobsohn
Saul Bellow (1976): “…Hay un hecho de la vida judía que no ha cambiado con la creación de un Estado judío: no se puede dar por sentado el derecho a vivir. Otros sí pueden, tú no. Esto no quiere decir que todos los demás vivan agradablemente y bien bajo un régimen decente. No, significa solamente que los judíos, por ser judíos, nunca han podido considerar el derecho a vivir como un derecho natural… Este derecho claramente no se les concede, ni siquiera en el Occidente liberal”. Cita de su libro “To Jerusalem and Back: A Personal Memoir”
La memoria de los pueblos, y en especial la memoria de los pueblos perseguidos como el pueblo judío, enfrenta siempre un desafío que no remite a la conservación de la memoria pasada de la persecusión sino a la consumación presente de esa persecusión. Los rituales institucionalizados de preservación (museos, educación histórica) de la memoria son impotentes para la la prevención del odio que se consuma en el presente.
En el nombre del mito contemporáneo del “genocidio” de Israel practicado a los palestinos, se permite la exclusión y el ataque violento -a muerte inclusive- a mujeres, niños y hombres judíos de la diáspora y a los israelíes científicos, activistas, artistas que participan de la fábrica de la civilización contemporánea.
Los invito a que hagan un ejercicio de imaginación. Supongamos que Israel realiza efectivamente todo lo maligno que le atribuyen que hace. ¿Justifica eso la violencia, el boicot, y la matanza de judíos en todo el mundo?
Aún cuando sea imposible aceptar la inversión antisemita del judío como nazi, imaginemos que sí, Israel sea nazi y sus habitantes también. Y que merecen ser borrados de la faz de la tierra como fue con el nazismo. ¿La historia registró alemanes comunes en todo el mundo asesinados sólo por ser alemanes? ¿Alguien pidió que el estado alemán y la identidad alemana sean remplazados por una identidad diferente como se exige que Israel deje de ser judío y llamarse Israel y pase a llamarse Palestina y ser un estado musulmán en su lugar?
Amnistía Internacional publicó que “el genocidio palestino ha llevado a un nivel sin precedentes de sufrimiento humano”. La pasión por centrar la atención en el sufrimiento palestino y convertirlo en la máxima expresión del sufrimiento humano en la tierra es problemática. De nuevo, olvidemos por un momento que esto es parte de una mitología perversa (los palestinos no son víctimas sacrificiales sin agencia, o por lo menos, Hamás debería ser señalado como el primer agente sacrificial al convertir a casi toda su población en un gran regimiento militar tanto abierto como clandestino), y supongamos que de verdad Israel les ocasione ese sufrimiento sacrificial pasivo atribuido. Hay gente, pueblos que pagan un precio alto por esa atención cargada de sacralidad hacia el pueblo palestino: sirios, sudaneses, armenios, kurdos, han sido y son completamente ignorados por la prensa, el activismo y la diplomacia internacional.
El Papa Francisco, (que en este artículo se explica su complicidad con el régimen de Azerbaiyán y su silencio ante la limpieza étnica de armenios cristianos que fueron expulsados de sus casas de la ciudad de Stepanakert), ha exhibido en una de las salas del Vaticano una muestra artística de un pesebre del niño Jesús envuelto en un pañuelo palestino.
El máximo representante del catolicismo oficializa de esta manera una propaganda de décadas difundida por los dirigentes palestinos a los que nunca les interesó la paz con Israel, en la que utiliza símbolos cristianos para construir en Occidente una imagen del palestino como víctima pura y sacrificial. En los años 90 algunos periodistas de izquierda empezaban a hablar del “Jesús palestino” y en diciembre 2024 como nunca han explotado los memes en Facebook de gente que creyendo ser solidaria con la lucha palestina han publicado imágenes de José y María con el niño siendo bombardeados por un cohete con una estrella de David. Ahora el Papa dio su bendición a esta infame actualización de siglos de odio antijudío, que fue basada, precisamente, en la creencia del pueblo deicida.
Francisco intentó minimizar lo hecho como un “acto simbólico de identificación con las víctimas”, y recordó la situación de los rehenes israelíes en Gaza, porque sino este acto “simbólico” suyo significa anular el compromiso vaticano posconciliar Nostra Aetate de retirar la acusación de pueblo deicida al pueblo judío, que ocasionó siglos de persecusión.
Supongamos que sea un acto sincero de identificación sincera y de empatía por los oprimidos, ¿adónde estuvo Francisco cuando su aliado Aliyev limpió étnicamente a sus hermanos armenios?
Con esto quiero comentar a mis amigos judíos que el antisemitismo es más un problema de los no-judíos, y a mis amigos no-judíos que la fijación con Israel y los palestinos es antisemita no porque está enfocada a los judíos, sino porque a través de la fijación antijudía se ejerce en simultáneo una jerarquía en la que se excluye de la agenda una gran cantidad de problemáticas y sufrimientos de muchos pueblos que están teniendo lugar aquí y ahora en el tiempo y la historia. El antisemitismo siempre fue un instrumento de opresión social en el que la persecusión antijudía no es sólo un fin, sino también un medio.
Muy lúcido , y valiente este análisis. Se agradece en medio de tanta parcialidad y unilateralidad moral